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Llegar a Luanda es hacerlo a una capital caótica en la que no obstante, y para suerte nuestra, el aeropuerto está situado dentro de la ciudad. Eso hace que en lugar de buscar alojamiento allí para nuestra primera noche podamos coger un taxi sin necesidad de regatear, porque va con taxímetro, y después un ‘particular’ (vehículo tipo furgoneta que hace trayectos más o menos programados de una ciudad a otra) que nos llevará a Sumbe, una localidad costera al oeste del país, en el distrito de Kwanza Sur.

El trayecto en el ‘particular’ es una de las experiencias más divertidas que se pueden vivir en África. Eso sí, siempre que te olvides por completo de cualquier normativa de tráfico y circulación de las que conoces.

Hacemos la espera en un lugar atestado de ‘particulares’ y de vendedores. Es curioso convertirse de la noche a la mañana en una especie de atracción turística por ser blanco; y eso es precisamente lo que nos sucede a nosotros, dado que nuestra raza allí no tiene prácticamente ninguna presencia y porque el turismo no existe.

Después de esperar a que el vehículo se llene; y cuando hablamos de llenarse lo hacemos de superar con creces la capacidad máxima a la que estamos acostumbrados los occidentales, nos apiñamos entre bultos, maletas, bolsas… hasta el punto de que te cuesta moverte y mirar por la ventanilla. El pasillo es un lugar perfectamente aprovechado y los niños ‘no cuentan’ porque van encima de sus madres o acurrucados en los huecos pequeños.

A lo largo del trayecto la gente grita, dormita, se ríe, discute, se apretuja contra ti, come (bien de lo que lleva consigo, bien de lo que compra durante las paradas a vendedoras que ofrecen su mercancía perfectamente apilada sobre la cabeza) y lanza todos los desperdicios por las ventanillas.

Las cunetas de Angola deben figurar entre las más sucias de todo el mundo. Justo al lado de los carteles y letreros que recomiendan la actitud cívica en lo referente a la gestión de las basuras se amontonan latas, botellas, miles de bolsas de plástico, restos de comida y cualquier cosa que no queramos.

En el trayecto no hay paradas fijas, o al menos hay bastante flexibilidad a la hora de hacer una pausa aquí o tres kilómetros más allá. Tú cargas con tu equipaje y tus bultos, que has de colocar en los resquicios que puedas. Pagas 2.500 Kwanzas (1 euro=128 Kwanzas) cuando puedas mover tus manos hasta el bolsillo y… ¿Ya estamos todos? ¡Pues nos vamos a Sumbe!